Cordillera de Nahuelbuta

Nahuelbuta

Al igual que el resto de la Cordillera de la Costa, la formación de la Cordillera de Nahuelbuta data del Paleozoico, iniciado hace unos 570 millones de años. Sobrepasando en antigüedad al majestuoso macizo de Los Andes, cuyos primeros plegamientos se produjeron unos 170 millones de años atrás.

Hace unos 14 mil años, durante la última glaciación, los hielos cubrían gran parte del sur de Chile, pero algunas zonas, principalmente las más altas de la Cordillera de la Costa, incluyendo Nahuelbuta, se vieron libres de ellos. Así, sirvieron de refugio para la mayoría de las especies vegetales y animales que, más tarde, y partiendo de este "semillero de paisaje", dieron lugar al Bosque Templado Lluvioso de Chile, tal y como hoy lo conocemos. Encontramos un buen ejemplo de esta dinámica en la distribución del ciprés de la cordillera y de la araucaria en las cumbres de Nahuelbuta.

Flora de Nahuelbuta

En Nahuelbuta se encuentran representados el 13,5% (690 spp.) de la flora nativa del país de la cuales 38,4 % (265 spp.) son endémicas de Chile (Cavieres et al. 2005). Si en este análisis consideramos las plantas adventicias, la flora de Nahuelbuta estaría representada por alrededor de 1.110 taxa, de las cuales 26 % corresponden a plantas adventicias mientras que las nativas cuentan con 47 % de la flora, y de estas últimas el 27 % corresponde a flora endémica (Cavieres et al. 2005). Es importante destacar la alta concentración de endemismos en un área circunscrita a un espacio geográfico bien definido y con particularidades fisiográficas únicas en el país.

Claudio Gay en Nahuelbuta

En 1830 el Gobierno de Chile contrato al naturalista Francés Claudio Gay para realizar un viaje científico por el país. Su misión: Estudiar la historia natural de Chile y lo que contribuya a conocer la industria del país, su comercio y administración.

Durante el mes de enero y parte de febrero de 1838, el sabio francés se dedicó a excursionar en los parajes cordilleranos frente a Santiago, internándose por el cajón del río Maipo, pasando por San José de Maipo y El Volcán, hasta llegar al volcán San José. Incansable, en septiembre de 1838 salió de Santiago con destino a las provincias del llano central. San Fernando, Vichuquén, Pencahue, Constitución, Chanco, Cauquenes, Quirihue, Coelemu, San Rafael, Tomé, Penco y Concepción vieron llegar al naturalista. La que llamó «Vista de los peñascos de la Iglesia», en la costa de Constitución, es una de las ilustraciones que elaboró a partir de este viaje. Entre octubre y noviembre visitó la costa de Arauco hasta Tirúa. En diciembre se encontraba en Nacimiento, visitó la cordillera de Nahuelbuta para luego emprender viaje a Los Ángeles a fines de mes. Más tarde se internó hacia Santa Bárbara llegando hasta Trapa-Trapa. De regreso en Los Ángeles, a fines de enero de 1839, salió hacia Antuco, Laguna de la Laja y la Sierra Velluda. Luego de subir el volcán Antuco, regresó por el pueblo de Tucapel hacia el Salto del Laja, de ahí siguió a Yumbel y La Florida, para llegar a Concepción en los últimos días de febrero.

Fauna de Nahuelbuta

Nahuelbuta presenta una gran variedad de anfibios: 15 especies que representan el 25% de la batracofauna (sapos y ranas) chilena, 9 especies de reptiles que representan el 5% de la herpetofauna de Chile. En el caso de los mamiferos, existen aproximadamente una veintena de especies nativas en el área, que en su mayoría tienen una amplia distribución. Sin embargo, es destacable la presencia del zorro de Darwin, uno de los mamíferos terrestres menos conocidos y más amenazados del mundo. Existen aproximadamente 108 especies de aves, de las cuales al menos 34 especies que están asociadas al bosque nativo de esta zona.

Ignacio Domeiko en Nahuelbuta 

Ignacio Domeyko Ancuta fue un científico polaco-chileno. Chile le concedió la nacionalidad por gracia en 1848, nació en Polonia en 1802. Tiempo después, durante un exilio en Francia, en 1838, fue contratado por el gobierno de Chile para desempeñarse como profesor de química y mineralogía en el liceo de Coquimbo, con el propósito de fomentar el desarrollo minero mediante la incorporación de tecnología y conocimiento científico.

El 12 de enero de 1845 llega a Cañete Ignacio Domeiko, con la intención de seguir avanzando hacia el sur, sabiendo que la noche siguiente debería pernoctar a la intemperie, en plena selva. Había dos rutas: una iba por la Cordillera de Nahuelbuta y la otra, por la costa. Esta última fue la escogida por Domeiko, pasaron así por Tirúa, cruzaron con gran esfuerzo las selvas de esta parte del camino, divisaron el lugar donde se lavanto la antigua Imperial, cruzaron el Cautin, luego el Budi y Toltén, Queule y el río Cruces, para llegar el 19 de enero a la ciudad de Valdivia. A continuación parte del relato de Domeiko sobre la zona de Arauco.

"En fin, para completar este ligero cuadro de las montañas de Arauco, he de agregar, que a donde quiera que nos dirijamos en el interior de aquella selva de aquellas selvas, encontramos largos trechos impenetrables, a donde todos los árboles, arbustos y plantas se hallan de tal modo enlazados y entretejido con un sinnúmero de enredaderas, lianas y cañaverales que todo el espacio se llena de una masa diforme de vegetación, densa y compacta. Allí de las cimas más elevadas de los árboles, bajan innumerables cuerdas de madera, los flexibles boques, parecido a los cabos de los navíos. Algunos de ellos cual péndulo oscilan en el aire, otros firmes y tendidos sujetan la orgullosa frente del árbol al suelo en que había nacido. Más abundante que todos y más cargados son los coligues que en parte trasforman toda la selva en un denso tejido de cañas con hojas afiladas, con cuyas cañas hace su terribles lanza el audaz Araucano; y la quile tierna, sutil, y más flexible que los primeros, la que de sus delgado ramaje y de su hoja da abundante pasto a los animales: un pasto alto, frondoso que alza hasta las cimas de los más altos robles y laureles, como SI en medio de aquel excesivo lujo de vegetación, aun las yerbas y los pastales se convirtiesen en árboles.

En lo más profundo de estas montañas, tras de aquellos densos y pantanosos cañaverales, en la parte superior de las Cordillera de la Costa y en lo más elevado de la región sub andina, crece y se encumbra el esbelto, gigantesco pino de piñones, la célebre Araucaria. Su tronco se empina a más de cien pies de altura y es tan derecho, tan igual, como el palo mayor de un navío: tan vertical, firme e inmóvil, como la columna de mármol de algún templo antiguo. Su cogollo en forman de un hemisferio, con la parte plana vuelta hacia arriba, y la convexa Para abajo, se mueve incesantemente, alargando y encogiendo sus encorvadas ramas, terminadas por unas triples y cuádruplas ramificaciones, como manos de poderosos brazos.

En las extremidades de estos brazos, en la cima horizontal del árbol es a donde maduran los piñones, el verdadero pan de los indios que la naturaleza próvida en extremo subministra a estos pueblos".

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